¿Qué es la cultura juvenil? ¿Podría decir que estoy dentro de ella?, ¿Cómo se expresa, culturalmente hablando la juventud hoy en día?.
Me pregunto esto porque el día del trabajo lo pasé en la bilbaína calle 2 de mayo, con motivo de uno de sus ya populares rastros, para mi fue un día muy especial ya que pude disfrutar del arte de ver personas distintas y caras nuevas, muchas caras nuevas, algunas interesantes y otras no tanto; pero todas con un denominador común: unas tremendas ganas de participar en algo, de construir, de salir a la calle a decir aquí estoy yo.
Me encantó, pero la tristeza me inundaba al pensar que quizá yo, debido a mi edad, esté fuera de lo que se considera cultura juvenil, a pesar de que opine que estoy en mi mejor momento.
Imagino que este sentimiento estará en muchos de vosotros y pocas veces-o ninguna- os paréis a pensar en ello. Me pregunto: ¿estaré fuera de esto?, ¿me verán como un viejales totalmente fuera de onda?. Sinceramente me trae un poco sin cuidado ya que mi corazón y mi cuerpo saben donde tiene que estar, pero son dudas que me asaltan y a pesar de que muchas películas ya me las sepa, sigo teniendo ilusión por hacer cosas nuevas y sobre todo por aportar y compartirlas y de ahí estas líneas: el animar desde aquí a que días como este de ayer en Bilbao o en cualquier ciudad, sean algo cotidiano y no sirvan para asustar a los vecinos de una calle y una zona de por sí deprimida sino para que ellos también se involucren en actividades como la que ayer vivimos.
Me encantó ver como los allí presentes iban de un sitio a otro. De una galería a un puesto callejero, a un bar; como se ponían discos en un taller de creatividad, en un escenario en la calle, en un espacio artístico o en un bar asediado por la presencia policial debido a un vecino tocapelotas. Me encantó ver como las más de mil personas que por allí pululaban a lo largo del día, estaban felices, radiantes y se enlazaban las conversaciones, unas con otras, unos grupos con otros. No tenías la sensación de perderte de tus amigos, ya que era una tertulia en la que participaban miles de personas sin atropellarse los unos a los otros.
Te hablaban de este sello de discos que está reeditando cosas de los años treinta o de lo que está pintando este chico que además hace cosas relacionadas con la moda, o de aquél mercado de un barrio desconocido de Londres que no tiene nada que envidiar a Candem Town. Pero sobre todo, el sentimiento y deseo común era el de que aquello se convirtiera en algo cotidiano, en un punto de encuentro de gente con inquietudes comunes y que por los motivos que sean no quieren dejarse ver por la noche(o sí), en un espacio en el que cualquiera tenga algo que decir y sobre todo compartir.
Como dice mi amigo Álvaro Heras, cosas como la que ayer vivimos son necesarias para poder intercambiar impresiones con gente como tu y que habitualmente no puedes cruzarte con ellos en tus círculos habituales. De hecho era una de las preguntas que me asaltaban a lo largo de la jornada ¿pero dónde se mete toda esta gente habitualmente?
Disfruté como un niño con el sólo hecho de ver personas que sólo por su aspecto me parecían interesantes en uno u otro sentido, con el sólo hecho de ver a Igu feliz porque se podía poner música en su Club capado por una normativa leonina, con el hecho de ver a gente de Vitoria que subía y bajaba la calle, con el hecho de estar oyendo los discos de Chulina en el Bullit y luego los de su novio, en una galería de arte, con el hecho de estar dentro del bullicio, con el hecho de tener una sensación de libertad sabiendo que esta vez no iba a venir la policía a bajar el volumen o con la corazonada de que días como el de ayer se volverán a repetir y cada vez con más intensidad.
Es necesario y contingente que la gente pueda disfrutar de espacios e iniciativas como esta para poder salir de sus rutinas, para poder ver y comprar cosas que habitualmente no ve en las tiendas. Pero sobre todo para compartir momentos a veces mágicos y a veces no tan mágicos con personas como tú y para conocer personas nuevas e intercambiar opiniones y quien sabe si algo más con ellos.
Quizá en las próximas ediciones se podría plantear la posibilidad de incluir teatro de calle en el que se vea involucrado todo el público, o exposiciones vivas, o incluso, títeres para niños. La calle siempre ha sido un espacio de expresión y por qué no ahora puede seguir siéndolo si además es con el consentimiento del consistorio.
Así que desde aquí, desde mi humilde teclado, GRACIAS, a todos los responsables de esta iniciativa y que sean muchas más. Nos vemos en el próximo.
Y sí, que siga la juventud manifestándose culturalmente hablando, que sigan sacando sus creaciones a la calle y que sigan compartiendo sus inquietudes unos con otros, sin tener en cuenta la fecha de nacimiento.
Edgar Reina.
Como siempre: salud y anarquía.