LA MUERTE DE SLEAZY CHRISTOPHERSON Y ¿EL FIN DE LOS TIEMPOS MUSICALES HEROICOS?
Peter Sleazy Christopherson murió el pasado día 24 a los cincuentaicinco años de edad, por razones aun desconocidas. Aunque se dice que murió mientras dormía. Se da la coincidencia de que su camarada y socio Johnn Balance también murió en el mes de noviembre, con la llegada del otoño. En este caso hace ya seis años. ¿Casualidad? Pudiera ser.
Evidentemente en España la noticia ha sido por completo residual, (como no podía ser de otra manera). Apenas un par de comentarios en algún programa de radio, y lo demás, pura ignorancia sobre la figura de un hombre importantísimo para los que, como yo (y miles más, que los hay), amamos el riesgo y los paisajes musicales inexplorados, aunque sean abruptas simas o intrincadas forestas. En fin, que nuestros héroes (1) van muriendo. Y Sleazy lo era, como lo fue su amigo del alma y compinche creativo en Coil, Johnn Balance (1962-2004) Y si bien hay, y siempre habrá, creadores jóvenes y con entusiasmo, ya nada es lo mismo. Y lo digo por la transcendencia, incluso a niveles populares (aunque si bien siempre a un mínimo nivel), que tuvieron estos viejos zorros del riesgo y la experimentación: Throbbing Gristle, Psychic TV, Chris And Cosey, Coil, Current 93, Einstürzende Neubauten, Zoviet: France, The Hafler Trio, Cabaret Voltaire, Robert Rental, Foetus, Maurizio Bianchi, Joy Division, Esplendor Geométrico, Eyeless In Gaza, Virgin Prunes, Death In June, Boyd Rice, Whitehouse, Nurse With Wound, Alternative TV, Sudden Death, SPK y otros tantos pioneros.
Todos estos tíos (y alguna tía, que también las había) parece que vivieron no sólo en otros tiempos, sino ya en otro mundo. Otro mundo donde había un huequito para todos ellos. Eso sí, bien pequeñito.
¡Coño, yo descubrí a Throbbing Gristle en el catálogo de Discoplay del 80! No tenía ni repajolera idea de quienes eran aquellos cuatro tipos vestidos muy poco punk, muy poco cool, y que nos miraban desde un paisaje de acantilados más propicio para un pic-nic que para ilustrar un discazo de música extrema. Aquella portada me atraía y me trastornaba, como un extraño arcano. Pero claro, tenía truco: el grupo nos mostraba una fingida normalidad para atraernos a ellos como las sirenas a Ulises, después seríamos devorados. No pude encontrar aquel disco por ninguna parte. Esto era Bilbao y yo un chavalillo con muy poquito dinero y recursos. Aunque aquel nombre, Throbbing Gristle, que no sabía que puñetas significaba, se quedó grabado en mi mente como un símbolo. Ya sabemos que si queremos amar y respetar lo real antes debemos aprender a respetar y amar los símbolos.
Es curioso pero nunca he tenido ese disco, lo conozco perfectamente y tengo muchos otros de ellos, pero no éste. De todos modos TG pasaron a ser todo un símbolo para mí, y fui devorado por su enigma. Y Peter Christopherson estaba en TG.
Después me desvié en mi aventura musical extrema (yo era un chaval muy desconcertante), descubrí a los Jam y todo el asunto mod y estuve dandineando por ahí durante diez años. Rhythm´n´Blues, Blues, Soul, Jazz, Pop, Punk, Psychedelia, Ska... Todo un aprendizaje musical difícil de adquirir por otros medios que no sean participar de la escena. Aunque luego regresaría a través de la soga tensa del free jazz, a la experimentación, lo industrial y en definitiva, al excitante mundo del reverso oculto. Nada, que hoy estoy un poco melancólico por la muerte de Peter Christopherson. Cagüen las piedras.
Decía antes que parece que estas bandas vivieron en otro mundo, y sin embargo ese otro mundo existió, a finales de los años setenta y principios de los años ochenta. A veces lo creí, pero no, no fue un sueño; entonces se podía escuchar en Los40 el Too Drunk To Fuck de los Dead Kennedys (aunque los locutores al presentarla la traducían cómo Demasiado Borracho Para Hacer El Amor. ¡Qué dulce y que delicado!) También llegué a escuchar a Joy División (Love Will Tear Us Apart y Atmosphere) Echo And The Bunnymen, Teardrop Explodes, D.A.F., Stranglers (Golden Brown, claro) y algún que otro. Cosa que hoy en día sería impensable, pues ya no existe espacio para propuestas que no estén ya vendidas de antemano. Productos vacuos, pura mercadería y nada más. E incluyo aquí los magníficos y gigantescos festivales de verano donde, como diría Homer Simpson: sentirse punki por un día, o la mayoría de eventos culturales pagados desde las concejalías de cultura o patrocinados por tal o cual marca comercial (a este respecto no hay más que acudir a la entrada de uno de esos eventos y observar los rostros vacíos de interés de los asistentes. Mierda). Hay que vender un producto democrático (democrático en el sentido de que pueda ser vendido a todo el mundo, claro), y la mejor manera de democratizar algo es rebajar el nivel hasta la mediocridad (sobre éste particular nos podríamos extender y hacerlo, así mismo, extensible a otras facetas de la vida como la educación. Donde con la falsa intención de hacer que todos los alumnos se acerquen a un nivel parejo se rebaja alarmantemente éste mismo nivel. Así los necios no sufrirán. En realidad se convertirán todos en necios. Muchos de vosotros sois, somos, padres jóvenes. ¡Estad atentos!).
Nombro Los40 Principales para ilustrar que eso ocurría en las emisoras comerciales, aunque en realidad los jovencitos con inquietudes raras nos alimentábamos de Radio 3 (y las ganas que tenía antaño ésta emisora por ser vanguardia) y las radios piratas que pululaban por cualquier barrio de cada capital y donde jóvenes entusiastas ardían en deseos de compartir sus gustos y conocimientos con el resto de mortales.
En la televisión, aquel denostado Aplauso (que ya quisiéramos hoy) nos ofreció la actuación de Magazine, cuando Howard Devoto destrozó un micro y el ínclito José Luis Uríbarri los despidió diciendo algo así como: Aquí estaban los Magazine, a quienes NO volveremos a ver nunca más.... Uríbarri no pudo dejarlo más claro. En realidad estaría deseando que algo así ocurriera para tener motivos de criticar a toda aquella caterva de descarados sinvergüenzas. Con lo bien que estaba él presentando Eurovisión. Pues vale.
Catódicamente habría que destacar también Pista Libre y La Bola de Cristal que dedicaron algo de su tiempo a los excitantes grupos de la movida como Aviador Dro, Oviformia SCI, Metal Y Ca o Los Iniciados. Pero, por supuesto y por encima de todos (aunque un poco tarde, para qué nos vamos a engañar, pues comenzó en el 83. En realidad, cuando estuvimos preparados) La Edad de Oro. El programa de la Chamorro trajo a lo más granado de la movida madrileña, pero también a perros verdes como Vagina Dentata Organ, The Residents, Tuxedomoon, John Foxx, Durutti Column, SPK y...Psychic TV, con su maravillosa cruz formada por televisores y coronada por una magnífica cabeza de cerdo gigante. Aquella actuación implicó la intervención del ex-ministro Juan José Rosón, totalmente escandalizado por lo visto, y el procesamiento de la presentadora por ofensas a la religión. Aunque después fuera absuelta. Tiempos heroicos, en los cuales las propuestas más radicales podían triunfar. Aunque éste triunfo se circunscribiera al epatar, al trastocar lo establecido, lo mediocre, lo esperado...
Quizás estas anécdotas puedan sonar a batallita de abuelo o a poca cosa para ilustrar el estado de las cosas en aquellos primeros ochentas, pero ilustran la certeza de que al menos había algo vivo y tangible.
Como ya he dicho antes, muchos son los artistas y las bandas que siguen empecinados en ofrecernos otros paisajes sonoros diferentes al estándar aceptado. De KK Null, Wolf Eyes, Yellow Swans, Troum y Soap And Skin a Erinnia, Pan Sonic, Autechre, Jackaszek y otros miles de entusiastas creadores. No hay más que dejarse ir un rato por el ¿acabado? MySpace para darse cuenta de ello. Pero no es lo común. Lo común, hoy en día, es la pretensión vacua. El preferir ser otro a uno mismo. Como ya escribí en algún otro lugar: Confórmate con ser quien eres, los demás ya están cogidos. Como dijo alguien. Pero no, es más fácil vestirse como se viste otro, degustar los gustos de otro, decir lo que dice otro, defender las posturas que defiende otro y, por fin, pensar lo que piensa otro. Es llevar nuestro patrio que inventen ellos al paroxismo. De este modo jamás dejaremos de ser unos mediocres simuladores de algo que sucede en otro sitio, en otro lugar y en otras condiciones, diferentes a nuestra idiosincrasia. Tratamos de hacer que algo ajeno explique lo que sucede aquí y en nosotros. Y ese lenguaje (musical) ajeno no sabe explicar lo nuestro por que no lo comprende, pues fue concebido para explicar otros enigmas, o alegrar otras fiestas. Desde esta perspectiva el artista se anula, se convierte en algo extraño que no comunica y no lo hace por que trata de explicarse en ese otro lenguaje (no idioma) que no sirve para nuestra realidad. Sólo sirve para nuestro deseo de realidad o nuestra inconsciencia. No avanzamos en construir un lenguaje musical autóctono reconocible. No recogemos las ideas buenas y las expandimos. Sólo repetimos, sólo diluimos. De este modo se acaba pronto el discurso, el torrente del pensamiento, y uno acaba aburrido de creer que crea. Por que en realidad no crea, sencillamente recrea.
Pues bien, Sleazy Christopherson nos demostró cómo podía trabajarse desde la individualidad y la originalidad puesta al servicio de un objetivo común. El siempre pareció el segundón de las colectividades donde desarrolló su creatividad: Throbbing Gristle junto a los genios de Genesis P-Orridge, Cosey Fanni Tutti y Chris Carter; Psychic TV junto a Genesis P-Orridge, otra vez, Alex Fergusson (ex -Alternative TV) y Johnn Balance, con quien formaría el grupo de su vida: Coil. Juntos compusieron unas de las páginas más bellas, sensibles, misteriosas, inquietantes e inquietas de la música contemporánea de estos últimos treinta años.
Siempre curiosos, siempre diferentes y dispuestos a las colaboraciones fructíferas, firmaron maravillas solos y junto a otras luminarias como David Tibet (Current 93), Steven Stapleton (Nurse With Wound) James Thirwell (Foetus) Gavin Friday (Virgin Prunes) Marc Almond (Soft Cell) Boyd Rice, Rose McDowell, etc… y exploraron las secuencias psicodélicas más inconformistas bajo el nombre de Time Machines o Black Light District (abstenerse todos aquellos que busquen psicodelia blanda. Esto es material peligroso).
Influidos por los sistemas mágicos del caos, William S. Burroughs, Stockhausen, Stravinsky, Nico o la Velvet Underground, Coil fueron mágicos obradores de pequeños milagros sónicos a los que aplicaron diversas técnicas de experimentación, como sus habituales microsamplers, donde tomaban minúsculas muestras de sonidos para componer inquietantes bucles donde desarrollar sus canciones.
Como dije, Sleazy Christopherson parecía el secundario de la película creativa, quizás por su carácter reservado, pero nada más lejos de la realidad. Ninguna de estas aventuras hubiera sido posible sin su participación y sobre todo su visión.
Tras la muerte de su compañero Johnn Balance (en un extraño accidente casero tras una borrachera) Christopherson abandonó Inglaterra y se instaló definitivamente en Tailandia, donde comenzó su proyecto en solitario The Threshold HouseBoys Choir. Proyecto con el cual insistió en la música de carácter mesmérico e iniciático, de una belleza difícil; de las imposibles de olvidar. Una de las características más turbadoras de este proyecto son las imágines que suelen acompañar a estas canciones: rituales religiosos grabados con teléfonos móviles, incluidos algunos olvidados y encontrados con esas grabaciones. Rituales donde el trance, la ferocidad, y la sangre suele ser común. Justo como la música que siempre nos ha ofrecido este mago, Peter Sleazy Christopherson. Gracias, amigo.
Decir que la muerte de Sleazy supone la muerte de cierto periodo heroico es quizás decir demasiado (2). No en vano otros grandes de aquella época siguen vivos y en plena forma, como David Tibet, Steven Stapleton, Alan Vega o Blixa Bargeld, Boyd Rice o los Whitehouse, pero que duda cabe que ya no es lo mismo. Como dice mi amigo Álvaro Misterio: Después de ellos solo quedan todos esos chavales medio góticos que, de espiritualidad poco, y algunos grupos a los que simplemente les gusta disfrazarse. Para después añadir que: Pero sí, se queda una sensación de ¿y ahora que, o quien? Me deja un sabor raro en la boca el disfrutar de una música que pertenece al pasado, como si estuviera escuchando una memoria. No le falta razón, y me niego a que ésta colección de palabras sea tomada como una justificación de la nostalgia. Nada más lejos de mi intención. En todo caso sería una nostalgia de un futuro que nunca ocurrió.
(1) Utilizo aquí la expresión héroe en el sentido que le daba el antropólogo Joseph Campbell (y dentro de esta explicación incluyo también los tiempos heroicos del título del artículo): Es la diferencia entre la celebridad y el héroe. La celebridad hará de todo, caminar a través de altos edificios y bailar en la cuerda floja por su audiencia, pero el héroe hará exactamente lo mismo y le encantará igualmente complacer a la audiencia, si es que la tiene, pero si toda la audiencia se ha ido a casa, el seguirá haciéndolo por complacerse a sí mismo.
(2) A veces han sido los propios herederos del legado quienes se han encargado de ir martilleando los clavos en el ataúd de ése periodo heroico. Me refiero a casos como las ignominiosas actuaciones del bajista de los New Order Peter Hook revisitando el mítico Unknow Pleasures de los Joy Division, donde se pasó por el forro de las pelotas el significado de tamaño y espíritu, y donde no hizo sino abochornar al público y abochornarse a sí mismo. Eso sí, por una buena pasta. Ojalá se la gaste en papel higiénico.