Ilustración by Roskow

Y pensar que los estímulos se habían ido a dormir¡¡¡¡¡. Era consciente de que las canciones no me emocionaban, de que los libros no me excitaban, de que el sonido de mi tabla contra las olas no me producía ese efecto terapéutico de otros tiempos. Poco a poco me iba vaciando de mi mismo, me secaba como la quentia que cambian de sitio y se agobia por el nuevo entorno.

Paulatinamente me estaba convirtiendo en un hombre gris, en un ladrón de época, me volvía una mala sombra, un vago recuerdo de otro tiempo. Me tornaba en alguien que se mueve por impulso y no por instinto.  ¡que horror!. Me preguntaba:¿es esto la madurez?, ¿tengo que reinventarme de nuevo?¿hay que seguir la búsqueda?¿he perdido el tiempo?. Las respuestas que me daba eran del tipo de: si lo es, quiero volver a ser niño, no tengo fuerza para hacerlo, no quiero seguir abriendo puertas, creo que no...no lo he perdido, la llama se ha mantenido viva muchos años como para apagarse sin previo aviso.

Sólo el ronroneo de Nero y de Ronda me producían alivio y a ellos se lo pagaba con mi indiferencia sobre todo aquellos días en los que más gris me sentía,. Sólo las reuniones de Los Jóvenes Castores me sacaban del tedio diario.

Es curioso pero las pasiones... se habían ido. La emoción se había convertido en rutina y la rutina era el presente continuo. ¡Qué hastío¡, verdad?.

Pero un día algo ocurrió, algo pasó casi sin previo aviso: una llamada de teléfono que decía algo así como eyyyyy, ¿qué harás el puente?  y yo, con esa prudencia que últimamente me invade al hablar pensaba la respuesta (recordad que estaban las pasiones dormidas),  no sabía si acertaría o no con ella, no me atrevía a decir que si o que no..sólo quería estar tranquilo, pero al final respondí y al otro lado del auricular me dijeronestamos pensando en ir a verte,  en otra época, en otro tiempo esto hubiera sido motivo de fiesta y jolgorio, en cambio en ese momento lo recibí con cautela. ¿Cómo voy a recibir a jóvenes apasionados si yo me he convertido en un ciprés? no puedo.

Somatizaba y creía que la gripe me asaltaba...pero luché contra ello y dejé que el cariño que sentía y siento por el interlocutor resolviera toda la jugada. Finalmente llegaron los días de visita y se convirtieron en un bálsamo.  Días de asueto, de ola perfecta, días de conversaciones apasionadas, de paseos, de tomares, de turismo y sobre todo de despertar pasiones dormidas.

Cuándo sucedió lo recuerdo como si fuera hoy: fue un momento mágico; ellos sentados frente a mi en el salón de la casa, volví a ser el de siempre, el hombre de color,  las canciones se iban sucediendo una tras otra, la carne de gallina volvía a florecer en mis brazos y mis bellos se erizaban cuando Susan Linne cantaba aquello de don´t  drag no more y por sorpresa me vi de nuevo invadido por ella....ah¡ qué gusto, qué confort, sentirme lleno de nuevo. Algo tan sencillo como un acorde, una estrofa, un párrafo, una portada, una conversación, un abrazo, una sonrisa o un beso en la mejilla.

De nuevo estaba emocionado, borracho de ilusión.  Era otra vez el de siempre; Mi sombra ya no era alargada como la del árbol del camposanto, era...era....Yo, yo, sí el que conocéis, sin trampa ni cartón.

No puedo por más que quiera o no sé mejor dicho, cómo agradecer a mis amigos esa visita, esos abrazos, esos ratos, esos momentos. De nuevo todo volvió a mi, fue como si hubiera tenido que recibir el sacramento de la confirmación para seguir mi vida cristiana, la vida cristiana que he elegido. Una vida religiosa y fiel a mis principios a mis creencias y a mis pasiones.

De nuevo mi mente va  a mil por hora pero esta vez los pensamientos son positivos, todo aquello que en mi interior invernaba se ha despertado con más fuerza si cabe y la búsqueda de nuevos estímulos se ha vuelto constante. Eso me gusta, me llena.

La sonrisa del Señor Miyagui hace que instantáneamente esboce yo una sin pensar el por qué, el vestirme se ha vuelto de nuevo un ritual, pensar en meterme al agua me inquieta y hace que en mi mente crea que todo va a salir perfecto; poner un disco es un acto sagrado y leer de nuevo Maurice por consejo de mi amigo Javier, es un deleite.

A quien no le guste que no mire, me da igual. Quien quiera reírse que se ría, me da igual,; me da igual porque sé que soy rico, me da igual porque aquellos que se ríen son gente simple, gente aburridamente simple, me da igual porque sé que aunque no esté en lo cierto estoy en el camino correcto. Como diría mi amigo Alvaro a tomar por el culo, quiero seguir así, quiero seguir siendo el mismo cien años más, aunque sé que no es posible, no lo es porque muy probablemente no vuelva a vivir el número de días que ya he pasado, ojalá, pero sé que no. Esto es lo único que me entristece, pero cuando este sentimiento brota, inmediatamente pienso en lo rico que soy, soy rico señores y no me importante dejar de ser un millonario anónimo. Soy rico no por tener amigos, sino por tener amigos apasionados, grandes religiosos y eso lo puedo asegurar al cien por cien. Puedo asegurar el que todas las personas que me rodean, esas personas que considero amigos/familia, son todos grandes apasionados, ponen sus vidas en algo que les lleva hacia delante, ponen su vida en un trozo de fibra y un neopreno, ponen su vida en un plástico circular de color negro, ponen su vida en un boli y un taco de cuartillas, ponen su vida en un pincel y un lienzo, ponen su vida en un instrumento de música, ponen su vida en un tebeo, ponen su vida en un velero, ponen sus vidas en........tantas y tantas cosas que les hace diferentes, que les hace grandes que les hace ricos y que hacen que me enriquezca estando con ellos.

Cuando pienso en la mediocridad que impera en el ciudadano medio de a pié la única pregunta que me asalta es ¿cómo he podido tener tanta suerte?, no por lo que soy, sino por lo que tengo, por lo que me rodea.. Creo que es momento de dejar de interrogarse y de disfrutar de la música, de la lectura, de una conversación, de un abrazo, de un beso, de una ola, de un cuadro, siempre como si fuera el último, siempre con pasión.

Amigos no la perdáis nunca y sobre todo y por favor os pido: venid a verme cada año o cada mes, porque es pecado el adiós cuando es para siempre.

Edgar Reina. 

Foto by Beltza